Treinta y siete padres con sus hijos de 5 a 12 años se inscribieron este año para participar de un club de lectura virtual al que titulamos: «La Magia de Leer». Decidimos leer un breve libro, escrito por una autora mexicana, llamado Más Aventuras de Nachito, por Editorial Milamex.
El año está por finalizar, es diciembre y con ello se percibe un ambiente de paz y reflexión. Muchos sentimos la necesidad de mirar atrás, analizar algunas decisiones importantes que tomamos en el camino, los momentos que nos gustaría recordar por siempre… y aquellos que quisiéramos que jamás hubiesen ocurrido.
En un salón de época con libros y pizarrones. Juan Amós Comenio está sentado, Montessori y Piaget llegan para la reunión.
¿Sabes qué son los valores? Son un conjunto de cualidades por las que una persona es apreciada o bien considerada, y aunque poco se habla de ellos, me gusta pensar en los valores como «no negociables». ¿Por qué? Porque no los debes cambiar por más que te quieran obligar o convencer.
Como adultos tenemos la idea errónea de que el aprendizaje es meramente escolarizado, y que el tiempo en que los niños están fuera de la escuela, no están aprendiendo.
Tratar a un niño como un adulto en formación es honra.
Cierto domingo, traía a mi sobrino en brazos cuando de pronto un amigo adulto llegó y le apretó con fuerza sus mejillas. En el momento no supe cómo reaccionar, pero sentí una mirada de esas que dicen más de mil palabras de mi cuñada al ver al indefenso de su hijo con molestia.
Competir siempre se puede ver desde distintas perspectivas; nuestros alumnos lo ven desde diferentes ángulos. Puede que uno de ellos siempre esté buscando la oportunidad y la ocasión para crear un ambiente de competencia, mientras que otro esté bajo la sombra deseando que nunca lo elijan en un partido de fútbol.
El carácter forma el destino de cada persona y por lo tanto, el de una sociedad.
Seguramente, alguna vez has escuchado el dicho «hijo de tigre, pintito». Esta es una expresión popular en México que se usa para decir que los hijos de alguien tienen una habilidad o talento similares a los de sus padres.
Muchas veces me han preguntado cuál es la preparación académica que debería de tener un padre cuando decide educar en casa. En ese sentido, yo siempre digo que no se necesita tener una preparación académica especial.
Seguramente te ha pasado. Te encuentras explicando cómo funciona la suma cuando alguien levanta la mano. Le cedes la palabra pensando que hará alguna pregunta pertinente, pero el estudiante dice: «Maestra, ayer le sacaron una muela a mi hermano».
Todos tenemos deseos de aprender. Un claro ejemplo es un niño que comienza a gatear y no tiene límites. Los va a aprendiendo conforme va experimentando, así que en el transcurso probablemente se caiga, tropiece o pegue con algún objeto en su camino. ¿Y cómo aprende? Por medio de sus sentidos.
A los ojos de todo el que pasaba a su lado, no era más que un modesto objeto, empapado en olvido, relegado en una iglesia de Irlanda. La pintura, cubierta de capas de suciedad y barniz oscurecido, había perdido su esplendor original.
Nuestros hijos, cada uno, ha sido diseñado especialmente por Dios. La importancia de esto es que Dios ha depositado en ellos algo único y especial.
«Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento e inteligencia brotan de sus labios». Proverbios 2:6 El ser humano fue creado con una gran curiosidad por aprender.
